Como es la última pista del disco de Divididos, tiene un final un tanto extraño...
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“¿Por qué tocábamos a la gorra? Porque hay gente que no puede pagar una entrada y no da que no te vayan a ver por eso” Afirma Pato Pomares ex guitarrista de una banda ya desaparecida de música irlandesa, extrañamente denominada: Ula Ula y un Melón.
“Tocábamos en bares y no cobrábamos la entrada, y además la mitad de lo que recaudábamos a la gorra lo devolvíamos de una manera un tanto extraña, con monedas de chocolate” Esto se debe a que los integrantes Ula Ula y un Melón no sólo transformaban a su gusto la música irlandesa, sino también las tradiciones: “los duendes son tacaños y a nosotros no nos gustaba eso, entonces si modificamos un poco la música irlandesa, porque no hacer lo mismo con los duendes… que sean generosos” continúa Pato “en un momento pasaban las chicas con el gorro verde tirando monedas de chocolate y la gente se copaba con eso…”.
Hoy los músicos de la desmembrada banda, siguen distintos caminos: algunos con grandes logros dentro de la música y otros ya alejados del arte. Uno de ellos, el hermano de Pato, Martín Pomares, es guitarrista de
“En la calle no podíamos tocar, era demasiado show para hacerlo al aire libre, se complicaba, lo que si tratábamos era de meter ese espíritu dentro del bar, tocar, hacer participar a la gente, divertirnos y después si: pasar la gorra” cierra Pato.
Ula Ula y un Melón se separó hace un poco más de 2 años pero Pato y 3 integrantes más intentan retomar el proyecto de una forma más tradicional, respetando casi a rajatabla el folklore irlandés.
La primera formación: Juan, Adrián y Camilo
No bastaba con tocar, ganarse unos euros y vivir en algún hostel, también había que escaparse rápido cuando, por ejemplo, la policía española intentaba llevarlos detenidos por cometer el gravísimo delito de tocar tango en una plaza. Así, viviendo entre extraños y conociendo músicos de todo el mundo, pasaron más de dos meses. No les fue mal, volvieron con algunos Euros en el bolsillo y alguna novia española.
La experiencia se repitió en el 2006 y fue aún mejor. Ya no iban con las manos vacías, sino con un disco grabado para vender en la calle, mientras tocaban “pasando la funda”. El viaje se extendió y pasaron por Alemania, (a decir verdad fueron para ver el mundial, pero terminaron tocando es festivales importantes como el Alster) Irlanda, Inglaterra e Italia, dónde pasaron la gorra en cada lugar que pudieron. La calle, las plazas, cualquier lugar era propicio para tocar, a veces pidiendo permiso, a veces no. Al finalizar el viaje, Camilo abandonó la banda y fue reemplazado por el “Niño” Ortega. Con nuevo guitarrista, la banda partirá hacia Europa en una nueva gira este 2007, esperando no solo pasar la gorra sino tocar en bares, teatros y festivales cobrando entrada.
En Buenos Aires es distinto. Adrián, bandoneonista y guitarrista de la banda, tiene un apellido que resuena muy fuerte en el ambiente del tango, Ruggiero. Su viejo, Osvaldo, que falleció el 30 de Marzo de 1994, fue Bandoneonista de la orquesta de Pugliese y el Sexteto tango, un histórico. Si bien ser “el hijo de” le abrió muchas puertas a Adrián y los chicos, también fue una carga ya que nadie pudo evitar las comparaciones con su padre. En Buenos Aires, Violentrío, que ahora se llama Violentango por que son más de 3, no toca pasando la gorra, sino que cobra entrada, o simplemente toca gratis.
Dentro de un mes, partirán a vivir una nueva experiencia por Europa, Adrián con bandoneón y guitarra, Juan y El “niño” Ortega con guitarras y Santiago Córdoba en percusión. Viajarán con un nuevo nombre, Violentango, con un nuevo guitarrista, y con dos discos bajo el brazo. Ojalá tengan éxito.
Las primeras grabaciones de Violentrio en
En el mundo del arte callejero hay de todo. Digamos que es un ecosistema muy complejo, conformado por una multiplicidad de personajes extravagantes cuyo desempeño en las diversas disciplinas de la expresión creativa cotidianammente nos deleita y/o fastidia (dependiendo de nuestro estado de ánimo y de la performance, entre otras variables)
Amen de toda diversidad de formas y tamaños, la rutina y el hartazgo suelen adiestrar nuestra atención para la monotonía: se pierden los matices. El artista callejero no se distingue del comerciante que lo precede vendiendo medias de excelentisima calidad, horribles stickers brillantes de Barbie y el Hombre Araña o la fantástica linterna a fricción que no necesita pilas. Todos demandan atención y dinero, cosa que a los ciudadanos (o vecinos como diría Mauricio) no nos sobran.
¡Y ahí se sube el hijo de puta ese a tocar la quena y el charango en un subte atestado de gente un pleno lunes a las nueve de la mañana! ¡Mierda, carajo! Admito que los hay molestos, si señor. Personalmente no soporto al grupo de actores “Buen Viaje” que hacen siempre el acto del pelado homosexual que pide la caridad de los pasajeros para comprarse un nuevo implante y del tipo que lo basurea. Los que lo vimos tantas veces ya sabemos bien el final y no es que en su primera interpretación haya sido un material de giros argumentales y estructuras narrativas desopilantes. Si bien está todo eso tampoco es menos cierto que dedicarse al arte es nadar contra una corriente muy fuerte. La centralización de los medios y de las industrias culturales con su correspondiente monopolio de la cultura ha cerrado puertas en la cara de muchos aspirantes a troche y moche (helter skelter!) Si hoy día te queres dedicar a la música, al teatro, o a lo que sea, flaco, la vereda y los bondis son algo jodido de evitar. Casi como los call centers en el mundo laboral.
Y yo se que hay mucho talento ahí, porque si de talento hablamos hay cada cosa que vende siendo totalmente carente de talento que tenemos para tirar al techo. Termina pareciéndonos todo resultado de una gran arbitrariedad. Vos si, vos no. En la industria del entretenimiento oficial hay lugar para algunos pocos que se repiten y se repiten y se repiten y se repiten y se repiten…
Incluso la repetición es llevada a las calles, porque Flavio en la guitarra sabe que junta mas monedas de 25 centavos tocando “El Boulevard de los Sueños Rotos” que la canción que le escribió a la hermana de su mejor amigo, que escribe poesías y las reparte en la línea A del subte y claro, no las lee ni el loro.
Es difícil señora, es difícil. Helos ahí rompiéndose el alma ante el muro solido de indiferencia de caras de culo y diarios mal doblados, dia tras dia, atestiguando la miseria de ese ser resentido que es el ciudadano común, preso de sus calendarios desbordantes de trabajos inmundos y malos programas de televisión. Helos ahí, con su sonrisa y todavía animándose a iniciar su propio aplauso, ese que nadie quiere regalarles. Vergüenza debería darnos. Vergüenza debería darle a usted. Si, a usted! ¿Cómo no incentivamos a la creación, a la pluralidad, a la proliferación de estos simpáticos personajes que solo quieren deleitarnos con sus ocurrencias, con canciones, cuentos, o dichosos viajes de la imaginación? No!, no es lo mismo que el vendedor de medias, carajo!
Atraídos por la música, interpelados por una vociferante invitación, el escenario se va armando alrededor de tres sujetos que no se diferencian del resto de la gente. Nada marca ningún límite pero curiosamente la muchedumbre forma un círculo perfecto, construyéndose así una especie de escenario imaginario.
Recorriendo el parque nos topamos con titiriteros, bandas de rock, payasos repartiendo burbujas... en fin una multiplicidad de personajes que cambian “su arte” por una “colaboración a la gorra”.
La mayor gratificación que puede recibir un artista, además del tan atesorado aplauso, quizás sea una moneda en la gorra. ¿Qué más valioso que eso? Pues uno paga después de haber visto el espectáculo, no se está obligado, es más si no te gusta te vas antes. Es un halago y un reconocimiento sincero. No es como ir al cine o al teatro, donde se compra la entrada con anticipación y por lo general si no te gusta te quedás igual porque ya pagaste. Acá es: “tómalo o déjalo”.
Nacho Murillo es estudiante de comunicación de
“Estuvo bárbaro cuando empecé a laburar así, me sentí como cuando era chico y llegaba a la final del Final Fight” cuenta Nacho. De la misma forma recuerda su pasado como malabarista “Sacaba poca guita, me bancaba algunas cosas y le daba de comer a mi conejo, Horacio (se ríe) lo engordamos como Homero a la langosta en los Simpsons, pero después me encariñé y no me lo pude comer”. Trabajar como malabarista en las esquinas no es tan sencillo como puede pensarse. Hay una regla que marca territorios, no se trata de llegar a una esquina y hacer el show, primero hay que averiguar a quien pertenece ese semáforo y si no es de nadie, ahí recién se puede comenzar.
Hace poco más de 3 meses surgió en la productora donde trabaja, la posibilidad de hacer un comercial para la marca Citroën y Nacho no lo dudó, el iba a hacer del malabarista que requería el guión. “Es divertido hacer esos separadores, nos divertimos y además se labura profesionalmente, si te fijás bien, es un montaje que incluye video y fotografía digital, esta hecho en HDV y con una Canon digital muy grosa. Está bueno el laburo creativo, también ayudé con el guión técnico”. Así fue como Nacho llegó a la pantalla chica en canal 13 y va por más “Soy muy caradura, ojalá pudiera conducir un programa” Quizá con el tiempo, lo veamos al frente de algún programa.
Incontables pasajeros se cruzaron con él en el subte, como por ejemplo, hace un tiempo, la esposa del director del diario de Arrecifes, su ciudad natal, lo reconoció y le prometió que publicaría allí sus textos. El pueblo de Arrecifes le dio a Ramón uno de los reconocimientos más gratos de su vida, cuando éste recibió una invitación de la biblioteca del lugar para viajar un fin de semana con su esposa y asistir al acto en su homenaje que se realizaría con la contribución de otros poetas.
Ramón puja por la poesía simple, aquella que pueda llegar a muchos oídos, y sobre todo, a muchos corazones. Piensa en una poesía que se entienda y se disfrute, una poesía “para la gente” porque, según Ramón, “en general, los poetas escriben para los poetas”. Trabaja por una poesía que no se escriba para cosechar buenas reseñas, ya que “los críticos dicen que lo que tiene un poco de rima es horrible. Ellos rechazan mi poesía. La gente no está preparada para lo que –los críticos- le aconsejan leer y, cuando lo lee, siente el mismo rechazo que el crítico siente por mi poesía”, expresa Ramón.
El acercamiento a las nuevas tecnologías e Internet le abrieron nuevas e inesperadas posibilidades. El poeta recuerda: “la primera vez que me conecté a Internet puse mi nombre, encontré una chica española que le decía a otra ‘mirá este poema de un tal Ramón de Almagro, con pocas palabras lo lindo que dice’”. Al poco tiempo, una desconocida joven del partido bonaerense de Glew le escribió contándole que había creado una página web dedicada a él (www.ramondealmagro.tk) y que la dejaría en vigencia sólo con su consentimiento. Ramón aceptó y desde hace casi cinco años que cada vez reúne a más visitantes –actualmente, unas 50 personas por día entran a la página-.
El hombre de Almagro publicó alrededor de 75 mil cuadernillos, de los cuales vendió más de 60 mil ejemplares porque “muchos se pierden o los regalo” y editó una publicación con sus cincuenta poesías y cinco cuentos. Además, realizó una investigación sobre Marcos Ana, un poeta español preso durante la dictadura franquista durante 23 años, con el cual logró contactarse gracias a Internet y a las ca(s)u(s)alidades de la vida ya que, tal como cuenta el poeta ibérico en una carta a Ramón, una maestra norteamericana que lo visitó le contó que: “buscando materiales sobre mi vida y mi poesía se encontró en Internet con una historia que la emocionó mucho: la que tú cuentas en ‘Recordando a un poeta’. Me conmovieron tus esfuerzos por ‘encontrarme’ y la apasionada difusión que haces de mi poesía y de mi vida”.
Actualmente, Ramón reconoce que “trabajo poco, escribo poco y quiero mucho a mi señora” y en sus ratos libres visita una biblioteca anarquista cercana a su casa y dice que la visita “porque está cerca y porque se puede fumar”.
Siempre que la inspiración golpea la puerta, Ramón la deja entrar. Y con 73 años, Ramón de Almagro proyecta escribir una nota sobre el poeta Francisco Acuña de Figueroa, nombre de la calle que lo albergó durante 60 años en su querido barrio de Almagro.
…de Almagro
Ramón Valdéz nació en Arrecifes, provincia de Buenos Aires, el 10 de abril de
Almagro se convirtió en su apellido por elección: una noche del año 1996 Ramón se comunicó con un programa radial conducido por el periodista Omar Cerasuolo con el objetivo de recitar al aire su primer poema, titulado “Me han tirado un beso esta mañana”. “Lo primero que me dijeron es ‘¿Quién habla?’ y me acordé que una señora había dicho ‘Marta de Quilmes’, otro ‘José de Floresta’, entonces yo le dije ‘Ramón de Almagro’”, recuerda el poeta. Y a pesar de una reciente y forzada mudanza que lo alejó algunas cuadras de su querido barrio, Ramón dice que siempre va a seguir firmando “Ramón de Almagro” porque “es mi seudónimo. ¡Y no voy a estar cambiando los seudónimos cada vez que me mude!”.
Durante su niñez, Ramón vivió en uno de los extremos de
Pero Ramón es un hombre apasionado. Con la vida, con su barrio, con su esposa y con su club… San Lorenzo es el club de sus amores y la vieja cancha de Av.
Mi Poema de Abril
“Como se sufre ambos lados de las clases sociales
Usted sufre en su mansión yo sufro en los arrabales
Me dijo vente conmigo que sepa no estoy sola
Tema: Desnuda
Tema: Minutos
Subió un jóven de pelo largo con rulos y una guitarra colgada. Para muchos de los que viven por Belgrano, Nuñez, Palermo o Villa Urquiza, es una cara conocida ya que es habitual cruzarlo en distintas líneas donde le permiten subir. Habló un rato con el conductor. Giró. Afinó…
“Señores pasajeros tengan ustedes muy buenas noches, este es mi último viaje del día y voy a molestarlos un segundo nada más para pedirles su atención. Voy a tocar unos temas que espero que les gusten… ahí va: Tengo tiempo… para saber, si lo que sueño concluye en algo…”
Se sucedieron 3 temas de rock nacional. Guitarra en mano, el artista al terminar su repertorio, pidió los aplausos correspondientes y le comunicó a su público que pasaría la gorra.
Los primeros 3 pasajeros pusieron apenas algunas monedas con lo que comúnmente se denomina, “buena onda”. Sin embargo, una señora, ubicada unos asientos más sobre el costado izquierdo, no disfrutó demasiado el espectáculo y cuando el cantante ubicó su gorra delante de ella ésta lo corrió con desagrado. La situación llamó la atención de la mayoría de los pasajeros que miraban atentos, incluida una mujer que estaba por bajarse y miraba hacia sus espaldas. El cantante, lejos de ignorar la situación, se jugó un pleno al cero, la miró fijo y exclamó “DELE SEÑORA!!! QUÉ ES PARA
El artista continuó pasando la gorra entre risas propias y ajenas, e incluso realizando algunos gestos alusivos. Unos asientos más atrás, un joven que seguía tentado le preguntó al improvisado músico: ¿De veras es para la droga? Éste asintió con un gesto similar al que se realiza cuando no se tienen cartas buenas en el truco, cerrando los ojos y bajando apenas la cabeza. “entonces tomá” replicó el pasajero, colocando un billete de dos pesos en la gorra, mientras ambos se reían con ganas.
Al llegar a Triunvirato y Olazábal, el artista se bajó no sin antes agradecer a quienes habían puesto plata y buena onda.
“muchas gracias a todos, la mejor retribución para un artista son los aplausos, nos vemos en un próximo bondi, hasta siempre…”
Dando vueltas por las imprecisas horas enmarcadas en una tarde soleada; intentamos capturar la nueva fisonomía que están adquiriendo los parques y las plazas en la Ciudad de Buenos Aires.
En medio de un contexto marcado por la flexibilización laboral y la fragmentación social (entre otros factores) hay un repliegue sobre el ámbito privado pero este movimiento también modifica el ámbito público, las formas de apropiación que se vuelcan sobre él y también su misma definición.
Para tomar un caso concreto nos ocuparemos de la mutación del Parque Centenario; su fachada ha cambiado pero más allá de las reformas realizadas en lo referente a su aspecto, hay un elemento en común que se está imponiendo en este ámbito en el cual se desarrolla una parte del ocio de la gente aledaña.Estos cambios agregaron un objeto más; muros de cuerpo de metal y piel gris se encargan ahora de contener al parque, a su gente y a cualquier visitante ( sólo bienvenido).Son el fiel reflejo del paradigma de la inseguridad que adopta forma de plataforma electoral y discurso vacío.
La cuestión es: las rejas ¿significan sólo eso? ¿su función radica en proteger o en aislar? ¿el problema es la inseguridad o la marginación?. Aquí Hay algo que hace ruido....un ruido silencioso que intenta ocultarse ante la mirada aguda.
Las rejas y sus ejecutores intentan dividir entre un adentro y un afuera; entre el “ciudadano” y el marginado; si esto no es así ¿ qué paso con la gente que estaba viviendo en el parque?.En este punto el problema se transforma aparece ligado a causas políticas, sociales, económicas pero sobre todo a hombres hay una mano que dirige y otros que acatan sin instrumentos visibles para accionar.
Vuelve la pregunta frente al planteo de una mayor seguridad, de una mano dura que se imponga, que golpeé y oculte.....¿a dónde fue a para esa gente?....fantasmas transparentes encapsulados al costado del camino; ausentes para los ojos inmutables.
A continuación una pequeña nota realizada en Río, con algunos de los artistas que se prestaron amablemente.
Entre estatuas humanas, malabaristas, mimos, cantautores, dibujantes y varias ofertas más, los artistas callejeros disputan la atención de los miles de transeúntes que a diario circulan por nuestra ciudad. Ellos entregan un rato de esparcimiento y diversión, que a menudo es recompensado por una moneda. Se ganan la vida mostrando su talento y destreza en diferentes disciplinas.
La mayoría emerge en los espacios públicos, algunos impulsados por una opción estética e ideológica y otros por la crisis económica, y quizás sea ésta última la causa de la reciente masificación de ésta forma de "vivir" el arte.